Un elemento importante de las relaciones familiares es la confianza, que guarda estrecha relación con la comunicación y la sinceridad.
Para fortalecer la confianza entre los miembros de la familia es necesario actuar siempre con sinceridad y lealtad, así como valorar la verdad y el dialogo. Tener la certeza de que aunque surjan dificultades, estas pueden resolverse si uno actúa con honradez, sin ocultar a los demás lo que en verdad piensa o hace.
La confianza también se relaciona con la coherencia moral, que es la unidad entre lo que uno cree, dice y hace. Lo contrario de la coherencia moral es la hipocresía, que se manifiesta cuando una persona dice una cosa, pero piensa otra y actúa en forma distinta a lo que dice.
Muchas veces las personas no actúan con sinceridad por temor a un castigo, pero la valoración ética de nuestra acciones consiste en poner en la balanza los daños y los beneficios que estas pueden ocasionar. Si sentimos o engañamos perdemos la confianza de los seres que nos aman, pero si actuamos con la verdad podemos obtener la compresión y el reconocimiento por nuestro comportamiento sincero.
En la consolidación de la confianza también cuenta mucho el cumplimiento de las promesas u ofrecimiento. Desde luego habrá ocasiones en las que se hace imposible cumplir lo que hemos ofrecido, pero esa debe ser la excepción, plenamente justificada. Si una persona habitualmente incumple su palabra, no será digna de confianza y perderá su credibilidad.
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